lunes, 5 de noviembre de 2018

Vivien Leigh - A Dios pongo por testigo


"Algunos críticos consideraron adecuado decir que era una gran actriz. Pensé que era algo tonto y malvado que decir porque ponía mucha obligación y responsabilidad sobre mí, algo que no podía llevar a cuestas." - Vivien Leigh.

Vivian Maru nació en 1913 en la India donde su padre era un agente de bolsa exitoso. Su familia disfrutó de la vida colonial y mimaron a su única hija. A su padre le gustaba el teatro aficionado y con 2 años realizó su primera actuación. Con solo 6 años fue enviada a estudiar cerca de Londres mientras sus padres permanecían en Calcuta. En el colegio participó en obras de teatro. Con 15 años sus padres regresaron a Inglaterra y luego fueron por Europa donde se educó más. Estaba descubriendo el mundo con gran facilidad para los idiomas, dominando el francés y el italiano. Dos años después se casó con Leigh Holman, un abogado 12 años mayor que ella. Poco después, a Vivian la admitieron en la Real Academia de Arte Dramático y con 19 años dio a luz a  su hija, Suzanne. En la Real Academia, un agente le consiguió pequeños papeles. Fue cuando cambió su nombre a Vivien y tomo el Leigh de su marido. Ahora era Vivien Leigh.


Al principio no pensaron que fuera a tener mucho éxito, su voz era demasiado fina y la cara demasiado redonda, no tan estilizada y bella como sería posteriormente. "Look up and laugh" en 1935, fue una de sus primera películas. La calificaron de encantadora y guapa pero poco más. A raíz de una obra de teatro, Alexander Korda le ofreció un contrato para el cine. Fue cuando Laurence Olivier la vió por primera vez y Vivien supo que quería actuar con él. Ambos se fueron enamorando, con el problema de que estaban casados y con hijos siendo un romance bastante turbulento. En 1937, "Fire over England" fue su primera película juntos donde dieron rienda suelta a sus sentimientos.  Su romance ya era conocido por todos pero Holman se negaba al divorcio. Vivien fue demostrando su talento para la comedia ligera y fue alabada por su papel de Elsa junto con Robert Taylor en 'Un yanqui en Oxford' de 1938.

Llevaba ya hechas unas 10 películas y varias obras de teatro pero aún no se la reconocía fuera de Inglaterra. Fue cuando buscaban una estrella cinematográfica para la novela más vendida de Margaret Mitchell, una historia sureña. Vivien nunca había estado en EEUU y tenía el acento de la refinada clase alta inglesa. Fue el papel más solicitado de la historia del cine y Vivien decidió apropiarse de él. Mientras Europa se preparaba para la Segunda Guerra Mundial, en Hollywood se quemaron escenarios para una de las películas más impresionantes de la historia: "Lo que el viento se llevó". Fue durante el rodaje de esa escena donde Selznick vió a una radiante Vivien y  se quedó impresionado de ella. Ella era extremadamente femenina, de aspecto muy frágil pero también sorprendió su dureza interior. Vivien le dio tal vida a Escarlata que la hizo suya. Pero aún así echaba mucho de menos a Laurence Olivier.

En 1940 se juntó de nuevo con Robert Taylor en la romántica historia de 'El puente de Waterloo'. De todas las películas que hizo, esta era su favorita. Para Vivien aquel 1940 fue un año significativo y brillante. Recibió el Oscar a la Mejor Actriz por "Lo que el viento se llevó" y Holman le concedió el divorcio con una condición: tendría la custodia de su hija Suzanne. Poco después, Olivier también se divorció y no tardaron en casarse. Era un romance de proporciones clásicas.  Al año siguiente hicieron su primera película juntos como marido y mujer en "Lady Hamilton" en 1941. Vivien estaba en el cénit de su vida, con sus sueños cumplidos y un futuro brillante.

Durante la guerra, Olivier se unió a la fuerzas aéreas y ambos participaron en diversos actos apoyando la causa de aquella guerra. En Inglaterra, Vivien interpretó obras de éxito. Se instalaron en una lujosa mansión y Vivien se dispuso a crear el hogar perfecto. En 1944 comenzó a trabajar en "César y Cleopatra" interpretando a aquella inmortal reina egipcia. Fue un rodaje duro debido a los bombardeos y el frío. Tras una caída durante el rodaje, Vivien tuvo un aborto.  Pero hubo otros problemas. Durante esta época, aparecieron muestras de enfermedad emocional. El ritmo de su vida se aceleraba. Su salud fue empeorando y se le diagnosticó tuberculosis. Fue cuando hizo "Ana Karenina", un personaje que curiosamente guardaba muchas características de su Myra en "El puente de Waterloo". En aquel año, su marido Laurence Olivier dirigió con éxito 'Hamlet' y fue ordenado caballero por el rey Jorge VI. En adelante serían Sir Laurence y Lady Olivier.

En 1950, Vivien aceptó el papel que sería el clímax de su carrera: Blanche en "Un tranvía llamado deseo", basada en la obra del dramaturgo Tennessee Williams. Sacó lo mejor de su talento y de su coraje personal. Vivien ganó su segundo Oscar. En Blanche, mostró aspectos suyos que no había mostrado antes: su fragilidad y sus repentinas caídas en la desesperación que en un futuro ya serían más difíciles de superar. En los años siguientes, Vivien trabajó constantemente en la radio, el cine y el teatro. Siempre viajaba junto a su marido aunque a principios de los 50 se notaba que su matrimonio no marchaba bien. Los cambios de humor de Vivien eran más pronunciados y frecuentes. Olivier no soportaba sentirse tan impotente. Vivien le había dado los mejores momentos de su vida y los peores. Vivien siempre pensó que estaba casada con el mejor actor del mundo. Sus carreras cinematográficas iban ascendiendo para él y descendiendo para ella. Los ataques de Vivien eran constantes.

Su mala salud no hizo que se retirase del mundo del espectáculo y fue presentando obras a Olivier, en las cuales siempre Laurence rechazaba a Vivien por ser demasiado vieja para esos papeles. La relación entre ellos estaba llegando a su fin aunque siguieron manteniendo un afecto mutuo. La vida para Vivien fue cambiando pero tenía una vida, una familia. Conoció a Jack Merivale con quien se fue a vivir juntos y protagonizó "La primavera romana de la sra. Stone" donde los miedos de Vivien sobre la vejez y la soledad estaban cruelmente dramatizados. Hizo un musical en Broadway, 'Tovarich' por el que consiguió un Tony.  En 1964, protagonizó "El barco de los locos" de Stanley Kramer. Esta iba a ser su última película.

La tuberculosis no parecía una amenaza. Estaba convaleciente pero impaciente por preparar el estreno de una obra. Fue en 1967 cuando murió Vivien Leigh a los 53 años. Laurence Olivier recibió una llamada diciéndole que Vivien había fallecido. Hubo un gran silencio como si a Olivier le estuviera pasando toda su vida por la cabeza a cámara rápida. y respiró profundamente diciendo: "Pobre, amada Vivien".

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