'Sully' (íd., 2016) es la película número 35 de Clint Eastwood como director. También una de las más cortas: 96 minutos. Su cuarto biopic consecutivo tras los dedicados a J. Edgar, los Jersey Boys y Chris Kyle, personas reales que en la ficción se convierten en personajes del universo Eastwood. Personajes más allá del bien y del mal con los que el director natural de San Francisco ha metido el dedo en la llaga, sobre todo de índole moral. Una búsqueda de la verdad desde la ficción que ha acabado en fábulas sobre la realidad.
Tras la magistral ‘El francotirador’ (‘American Sniper’, 2014) Eastwood ha cambiado de tono completamente, pero conservando la estructura y estilo de todos sus biopics, tomando como referencia el mejor de todos, esa oda a la libertad que mostraba el lado más oscuro de Charlie Parker. Sin embargo, la ironía y mala leche de sus mejores películas, la dureza sin paliativos de sus obras más hondas, desaparece en ‘Sully’, convirtiéndose ésta en el film más optimista, por así decirlo, de su filmografía tras las cámaras.