‘La delgada línea roja’ (‘The Thin Red Line’, 1998), como bien sabéis, compitió directamente con ‘Salvar al soldado Ryan’ (‘Saving Private Ryan’, Steven Spielberg) aquel año, tanto en taquilla como en premios. En ambos casos quedó por debajo de la obra maestra de Spielberg, con la que guarda el único parecido de que ambas pueden incluirse dentro del género de cine bélico, por la costumbre de etiquetarlo todo. Malick juega en otra liga, siempre lo ha hecho, su visión del mundo es distinta a la de cualquier otro cineasta, con sus pros y sus contras.
Terrence Malick llevaba más de veinte años sin dirigir una película, desde la aburrida ‘Días del cielo’ (‘Days of Heaven’, 1978), y su vuelta al cine fue una noticia bomba que rápidamente golpeó en todos los despachos de Hollywood. Prácticamente todo el mundo quería participar en el film que estaba preparando el director de ‘Malas tierras’ (‘Badlands’, 1973), no importaba el personaje ni el tema ni nada. Confiaban ciegamente en un director que tan sólo había hecho dos películas. Incluso actores como Sean Penn estaban dispuestos a trabajar con él por tan sólo un dólar. ¿Exageración? ¿Admiración desmesurada?