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martes, 15 de mayo de 2018

'La cruz de hierro', te llevaré donde crecen esas cruces


                                                                                                      A Javi Leiva
La segunda mitad de la década de los 70 y parte de los 80, hasta su temprana muerte, fue la etapa de decadencia de Sam Peckinpah, tanto a nivel personal como artísticamente hablando. Tras el calamitoso rodaje de ‘Los aristócratas del crimen’ que fue un relativo éxito, Peckinpah tuvo muchas ofertas, entre ellas las de dirigir ‘King Kong’ y ‘Supermán’, películas que acabaron en manos de John Guillermin y Richard Donner, ya que el director de ‘Pat Garrett y Billy the Kid’ se decantó por ‘La cruz de hierro’, la adaptación de un novela, cuyo primer guión fue escrito por Julius J. Epstein, prestigioso escritor de films como ‘Casablanca’ (id, 1942, Michael Curtiz), ‘Yanqui Dandy’ (‘Yanquee Doodle Dandy, 1942, Michael Curtiz) o 'Arsénico por compasión' (‘Arsenic and Old Lace’, 1946, Frank Capra). Curiosamente el primer borrador de Epstein no convenció nada a Peckinpah.
Fue entonces cuando se precisó la ayuda del propio director acompañado de James Hamilton y Walter Kelley para reescribir el guión, el cual vino de perlas a Peckinpah para hablar sobre los horrores de la Segunda Guerra Mundial, y por ende de cualquier guerra. Resulta curioso que en esta historia no exista uno de los elementos característicos de su autor: la amistad traicionada. Peckinpah debió pensar que el tratamiento que iba a dar de la guerra ya era suficiente para sus personajes. Y es que no estamos ante un film bélico al uso. Sus aterradoras imágenes provocan el absoluto rechazo ante uno de los inventos más estúpidos del ser humano, y Peckinpah lo logra sin discursos ideológicos de ningún tipo.

'El hombre de Mackintosh', licencia para matar sin glamour


Tras los excelentes resultados de 'El juez de la horca' ('The Life and Times of Judge Roy Bean, 1972) Paul NewmanJohn Huston volvieron a verse las caras en ‘El hombre de Mackintosh’ (‘The Mackintosh Man’, 1973). El film se realiza en pleno apogeo del cine de espías, que tantos buenos resultados estaba dando gracias a la saga del agente 007, que aquel mismo año estrenaría a Roger Moore como nuevo rostro. Sin embargo, la visión de Huston sobre el mundo del espionaje está muy alejada del glamour de la famosa saga del agente británico con licencia para matar.

sábado, 12 de mayo de 2018

'Veredicto final', hombres sin piedad


‘Veredicto final’ (‘The Verdict’, Sidney Lumet, 1982) supone una de las mejores interpretaciones de Paul Newman, ya no sólo de la década de los ochenta —en la que enlazó tres films seguidos de “denuncia”, el sistema policial en 'Distrito: Apache' (‘The Bronx: Fort Apache’, Daniel Petrie’, 1981), el cuarto poder en 'Ausencia de malicia' (‘Absence of Malice’, Sydney Pollack, 1981), y el presente—, sino de toda su carrera. Un personaje rebelde, anti-sistema y casi un perdedor, de los que también interpretaba el actor en su juventud, y para los que seguía en plena forma en su madurez.
La película —cuyo título original no posee ninguna relación con la ópera prima de Don Siegel— es una de esas de ambiente judicial tan del gusto de Sidney Lumet, cuya ópera prima es probablemente el film de juicios más popular de la historia. Esta vez en lugar de encerrar la cámara con los doce miembros del jurado, decide usarla para hacer una radiografía sobre la abogacía, a través de la vida de Frank Galvin (Newman), un abogado que lo perdió todo y ahora tiene la oportunidad de ser alguien, al enfrentarse a un importante caso sobre negligencia médica.

jueves, 18 de enero de 2018

'Con la muerte en los talones', diversión y elegancia


‘Con la muerte en los talones’ (‘North By Northwest’, Alfred Hitchcock, 1959) supuso la única película que el director británico hizo para la Metro Goldwyn Mayer, para la que un principio iba a dirigir ‘Misterio en el barco perdido’ (‘The Wreck of the Mary Deare’, 1959), película que terminaría dirigiendo Michael Anderson, porque Hitchcock y el guionista, Ernest Lehman, consideraron que el impresionante planteamiento inicial no podía ser mejorado en el desarrollo posterior —los que hayáis visto el film con Gary Cooper entenderéis a lo que se refería—, así que enseguida se pusieron con el presente proyecto.
Así pues el director expresó su idea de realizar un thriller con el monte Rushmore como escenario, y Lehman se puso manos a la obra, escribiendo un primer tratamiento inicial de pocas páginas que entusiasmó a Hitchcock. Suele decirse que ‘Con la muerte en los talones’ resume a la perfección los elementos de la etapa americana del maestro del suspense, afirmación nada exagerada a la que hay que añadir que también sentó la base de muchos futuros blockbusters y films de acción modernos, que se inspiraron en ella hasta la saciedad.

Los asesinos de la luna - Nación de codicia, avaricia y violencia

  1921. Tulsa, Oklahoma. Un incidente entre un limpiabotas negro y una chica blanca desemboca en una batalla campal como más de 400 muertos,...