Yasujirô Ozu forma parte del grupo de directores japoneses, al lado de Akira Kurosawa y Kenji Mizoguchi, más conocidos internacionalmente y que hayan pertenecido a la época clásica. Siempre he conectado más con el cine de Ozu, mayúsculo como pocos y de una extrema sensibilidad sin caer jamás en lo fácil en muchas de sus historias. Un maestro en la composición del plano, y que de éste emane la vida en sí misma.
‘Cuentos de Tokyo’ (‘Tokyo Moinogatari’, 1953) es una de las obras maestras de su autor, probablemente el título más conocido de todos cuantos dirigió. Un film que, al igual que ‘Japón bajo el terror del monstruo' (‘Gojira’, Ishirö Honda, 1954) surge de una nación en estado de reconstrucción tras todo el horror sufrido en la Segunda Guerra Mundial, cuyos ecos perdurarían en el cine en títulos tan clave como el presente.