¿Qué mejor género que un western para olvidarse absolutamente de todo y vivir durante un rato en una época llena de emoción, peligros y con la muerte a cada esquina? No parece un buen plan, pero de la mano de Sturges es de los mejores.
‘El último tren de Gun Hill’ (‘Last Train from Gun Hill’, 1959) es una de las cumbres de su director, realizada en el que probablemente fue su período más productivo, artísticamente hablando. Tras haber dirigido a Kirk Douglas y Burt Lancaster en la perfecta ‘Duelo de titanes’ (‘Gunfight at the O.K. Corral’, 1957) volvió a dirigir al primero en el presente film, enfrentándolo a Anthony Quinn en una historia sobre la amistad, el sentido de ley y justicia —recordemos que no son lo mismo—, el amor perdido y el destino fatal. Todo ello en un tenso relato de hora y media que rememora en parte la trama de un film de dos años antes, 'El tren de las 3:10' (‘3:10 to Yuma’, Delmer Daves’, 1957), otra de las cumbres del género.