"¡Oh, matrimonio, matrimonio! Me diste el ser, y volviendo a engendrar hiciste brotar la misma simiente, y mostraste a padres, hermanos, hijos sangre de una misma sangre, a esposas, mujeres y madres, y cuantos crímenes hay más vergonzosos entre los hombres. Mas no es lícito mentar lo que no es honroso hacer. ¡Por los dioses!, ocultadme fuera de aquí al punto, o matadme, o arrojadme al mar allí donde no me volváis a ver nunca más. ¡Ea!, dignaos tocar a este miserable, obedecedme, no temáis, porque mis crímenes ningún mortal sino yo puede llevar consigo."
Edipo, en Edipo Rey de Sófocles.