lunes, 23 de octubre de 2023

Los asesinos de la luna - Nación de codicia, avaricia y violencia

 

1921. Tulsa, Oklahoma. Un incidente entre un limpiabotas negro y una chica blanca desemboca en una batalla campal como más de 400 muertos, la gran mayoría negros. Gran parte de las residencias y locales negros de la ciudad fueron prácticamente arrasadas por un turba de gente blanca enfurecida y llevada por el odio. Dos años antes se produjo lo que se llamó 'El Verano Rojo de 1919' en el cual hubo disturbios raciales en más de una treintena de ciudades de Estados Unidos.  Todas estas historias se han repetido a lo largo de la Historia de Estados Unidos. Son sucesos de violencia, racismo y sobre todo de supremacía blanca. Con 'Los asesinos de la luna', Martin Scorsese escarba y da luz a los males más profundos que han permeado y formado a la sociedad estadounidense. Una historia donde las tragedias de otros grupos étnicos han sido transformadas en historias de heroísmo blanco y donde un medio visual como el cine y sus westerns consiguió glorificarlo. Una historia donde los indígenas y negros son objeto de odio y violencia cuando logran cualquier nivel de éxito que les acerque a la paridad con la población blanca. Una historia que rara vez se toma en cuenta para explicar las brechas raciales y otras desigualdades económicas de Estados Unidos. Decía Balzac que "Detrás de cada gran fortuna hay un gran crimen". Quizás es generalizar demasiado aunque tal vez en caso del pasado más reciente de Estados Unidos habría que analizarlas en profundidad.

'Los asesinos de la luna' es como una actualización moderna de como la codicia corrompe el alma humana, en especial de personas que provienen de un estrato social y económico más bajo. De hecho es similar a la enorme 'Avaricia' (1924) de Erich von Stroheim y también en muchos aspectos a 'El tesoro de Sierra Madre' (1948) de John Huston. 'Los asesinos de la luna' es una historia sobre el amor, el poder, la traición, el odio, la codicia, la avaricia, la hipocresía pero en especial sobre la supremacía blanca. Una comunidad blanca que llega a la tierra de una comunidad indígena y toma todo lo que puede con total impunidad. Al igual que 'Gangs of New York', 'El irlandés' e incluso 'El lobo de Wall Street', la de Estados Unidos es una historia de opresión, corrupción y sangre, toda ella consentida y con la mirada puesta en otro lado, además de tergiversada por sus medios de comunicación. Es ese lado tan oscuro del tan manido "sueño americano" de hacerse tan rico como se pueda por cualquier medio necesario.

Martin Scorsese parte del libro de David Grann 'Los asesinos de la luna: Petróleo, dinero, homicidio y la creación del FBI' para narrar de manera épica los acontecimientos sucedidos con la nación Osage entre 1921 y 1926. Mientras que el libro de Grann se centra más en las investigaciones del FBI a través de la figura de Tom White, Martin Scorsese y el guionista Eric Roth reescribieron el guión y traslados el foco central de la historia a la relación entre Mollie y Ernest. Se ambienta en el condado de Osage en Oklahoma y dramatiza los asesinatos que allí se cometieron, orquestados por un cacique local llamado William King Hale (Robert De Niro), que ayudado por un grupo de cómplices asesina a los Osage, los cual son propietarios de grandes tierras donde yace el 'oro negro', es decir, el petróleo. Su maquiavélico plan consiste en matrimonios mixtos con las mujeres Osage cuyos derechos petroleros pasarían a manos blancas después de que fueran asesinadas. En aquellos años los Osage eran la gente más rica per cápita de la Tierra. El oportunismo de los hombres blancos, los cuales ya no veían a esos indios como unos salvajes sino más bien como una oportunidad, llegaba a la ciudad para encontrar formas de controlar sus activos, los cuales no podían disponer a libertad y tenían que estar controlados económicamente por un tutor blanco.


El prólogo de 'Los asesinos de la luna' tiene un gran simbolismo y recuerda, a pesar de estar ambientada en los años 20 del siglo XX, a un western. Una presentación que recuerda en parte a epopeyas como 'La conquista del oeste'. No es una novedad ver a Martin Scorsese en historias de crímenes y criminales aunque esta vez cambia el enfoque narrativo. No va tanto de los asesinos y profundiza en la vida de las víctimas. Aún así se nota esa fascinación de mostrar esa condición 'humana' tan podrida por la corrupción y la violencia. Scorsese sabe trasladar esa ambientación de una comunidad rica en petróleo donde hay carreras de coches, desfiles y picnics. Para un foráneo parece una comunidad multiétnica en perfecta convivencia. La hipocresía es una parte fundamental en todo lo que observamos. También hay cierto lirismo en esas praderas que en ocasiones recuerdan a 'Días del cielo' (1978) o la grandiosidad y opulencia de 'La puerta del cielo' (1980). La fotografía de Rodrigo Prieto nos da esa gran vistosidad de las vastos paisajes de la Nación Osage y también un entorno opresivo en los interiores. Es otra muestra de que las apariencias no son lo que parecen. Además Scorsese no tiene miedo de escenificar la violencia gráfica de una manera brutal y fría en la cual expone la falta de cualquier emoción por parte de los asesinos. Sus asesinatos los consideran banales, algo que tienen que hacer para prosperar. Todo es sistemático. Es la deshumanización más absoluta. Una condición primordial para el genocidio. Algo que, tristemente, forma parte de la propia Historia de la humanidad.


Ese frialdad se ve reflejada totalmente en William Hale. Codicioso, hipócrita y arrogante ante la ley. Robert De Niro realiza una de sus mejores interpretaciones de los últimos años. Tiene un encanto siniestro que incluso recuerda a su memorable James Comway en 'Uno de los nuestros' (1990). De Niro sabe aprovechar su tremendo carisma para retratar a ese astuto líder comunitario. De hecho es como el 'padrino' de la ciudad, la figura mafiosa por cual todos se mueven y actúan, como es el caso de su sobrino Ernest Burkhart, un magnífico Leonardo DiCaprio. Burkhart es un soldado recién retornado de la Primera Guerra Mundial y busca su oportunidad en un país que se encuentra cambiado. Su ingenio es muy limitado y no parece tener más ambiciones que una vida tranquila. Cuando Burkhart sonríe, demuestra su mezquindad y complicidad con su tío. DiCaprio además le aporta una expresión confusa, una mirada vacía y un fruncimiento extraño en su mandíbula. Es quizás es personaje más complejo y voluble según avanza la película. Su amor por Mollie va convirtiéndose en verdadero y entra en contradicción con las órdenes de su tío y sus ambiciones. Se desgarra en conflictos internos llegando a lugares muy oscuros como confundir de manera silenciosa a su esposa para robarla, siendo similar a 'Luz que agoniza'. A diferencia de estos hombres, Mollie (Lily Gladstone) es mesurada y mide cada palabra que dice. Su mirada dice de todo: anhelo, sospecha, indignación. Mollie es el alma de la película. Un espíritu en apariencia imperturbable pero que se rompe de dolor cuando va perdiendo familiares. Lily Gladstone está inmensa en un personaje que necesita autenticidad y saber evocar sin muchas palabras sentimientos de desconfianza y miedo. Además su relación con Ernest está bien perfilada por Scorsese y entendemos los motivos del enamoramiento mutuo. Hay entre ellos una fuerte química y entendemos los conflictos emocionales que se establecen entre ellos. Todo ello culmina con esa tensa última conversación donde Mollie le exige a su marido que le diga si le dio insulina u otra cosa.


Eso último forma parte de preciso plan de William Hale. De hecho asistimos a un 'true crime' donde los asesinos son desvelados al espectador de manera casi inmediata. Eso sirve para que asistamos a la impunidad de todos sus delitos, de como nadie hace nada para investigarlos ni pararlos. En lugar de enfocar esos asesinatos desde una perspectiva externa, el enfoque es más interno para que la violencia sea más tangible y habitual, como si fuera un horror más íntimo y no solo unos sucesos sin más. Conocemos como son las víctimas, si ríen, si lloran, si se divierten. Se busca una empatizacion. Puede calificarse como una tragedia americana, un drama sangriento de hombres que les resulta más fácil seguir órdenes que a sus propias conciencias. No hay tampoco una búsqueda del perdón, ni que la culpa sea más de quien piensa el asesinato, de quien lo transmite o quien lo ejecuta. La violencia es un engranaje que funciona con muchas piezas y ninguna de ellas está exenta de culpa. No hay lugar en el cual pueden esconderse. El mal proviene de su racismo y codicia. Hay un momento, una escena en la cual vemos un grupo de rostros de gente poderosa blanca entre sombras, como surgiendo de la oscuridad. Son seres hambrientos y codiciosos y Scorsese los presenta como seres maléficos.

Y para acabar 'Los asesinos de la luna', Martin Scorsese la redondea con un final sorprendente a la par que significativos. En lugar de ser el habitual y quizás esperado clímax final con la resolución de un juicio, Scorsese lo extrapola a un show de radio y de como se convierte una tragedia real en un entretenimiento. Si, se dictó sentencia pero el caso nunca se cerrará. Esa escena final evidencia la falta de respeto en la cual las minorías étnicas en Estados Unidos son retratadas en sus propias historias. El propio Scorsese lee el obituario de Mollie Burkhart publicado en un periódico local después de su muerte. Unos párrafos que no expresan el dolor experimentado por esa mujer ni por la Nación Osage. Una historia soterrada en los libros de Historia de Estados Unidos. Como dice una de las últimas frases de la película: "No hubo ninguna mención de los asesinatos".


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