Entre el 26 de mayo y el 4 de junio de 1940, tuvo lugar en Dunquerque una de las mayores muestras de humanidad y unidad de la historia del homo sapiens, como suena. Algo que muy probablemente es criticado sin piedad por todos aquellos que necesitan politizar absolutamente todo, utilizando alegremente la palabra "patriotismo" como si conocieran su significado.
Los aliados fueron acorralados en la playa francesa. Más de 300.000 soldados constantemente acosados, vía tierra y aire, por el ejército alemán, y con muy pocas posibilidades de salir con vida de allí. Recibieron la ayuda de la población civil. Con numerosas embarcaciones ayudaron a trasladar a soldados a los barcos más cercanos, mientras esperaban la decisiva ayuda militar. El todopoderoso Christopher Nolan se ha marcado una película sobre el asunto en cuestión. Mucho se ha escrito sobre sus influencias y herencias a la hora de narrar lo sucedido en una batalla archifamosa dentro de la Segunda Guerra Mundial, pero no tratada de pleno en el cine, salvo esta cinta de 1958, dirigida por Leslie Norman, y que muchos parecen haber obviado, incluido el propio Nolan, que además es británico.