martes, 15 de agosto de 2017

El fuego y la palabra - La hipocresía de la fe


Lo primero que sorprende a la hora de ver 'El fuego y la palabra' es una nota con una advertencia de productores en la cual dicen que los niños no deberían ver esta película. En apariencia, una película sobre la religión no debería ser algo que causase tanto alboroto y en concreto tratándose de un borracho con mucha labia, que se vuelve predicador para seducir a una 'ministra del señor'. Pero es un ser lujurioso y su pasado escabroso se vuelve contra él. Tal vez no sería recomendable para los niños de aquella época pero los de ahora, como dice la expresión 'están curados de espanto'. No es de extrañar que el libro, publicado en 1927 por Sinclair Lewis, fuera prohibido en algunos lugares de Estados Unidos por cuestionar la 'verdadera fé. Richard Brooks tuvo un período imponente donde rodó estupendas películas como 'Semilla de maldad', 'A sangre fría', 'Los hermanos Karamazov', 'La gata sobre el tejado de zinc', 'Dulce pájaro de juventud' y 'Lord Jim'.  En esos títulos se denota su afición por la adaptación de obras literarias. 'El fuego y la palabra' fue la primera producción independiente de Brooks y decidió adaptar solo una parte de la novela de Lewis, pasando dos años escribiendo el guión, con el cual ganó un Oscar. No fue una adaptación fácil y más aún en una época en la cual la censura del Código Hays estaba presente aunque fueran sus últimos días.

Tampoco hay que ser plenamente conscientes de como es el protestantismo americano. En más de una ocasión habremos visto esas grandes campañas evangelísticas seguidas de conversiones masivas donde predicadores itinerantes remueven la base religiosa del cristianismo americano. Y muchos predicadores fomentaron sus estrategias para sermonear a esa parte de la población para conseguir lucrarse. Se podría decir que es una economía de la fé.  Es posible también que a algunas le suene esa canción de ' Give me that old time religion', una canción gospel cantada en las iglesias protestantes. Ese renacimiento de la vieja religión, con especial incidencia en el Sur de Estados Unidos, es  lo que  la hermana Sharon predica como unas de las expresiones de lo que es el evangelismo pentecostal. Lo que 'El fuego y la palabra' explora es ese mercado religioso y competitivo, esas negociaciones entre las iglesias tradicionales como la bautista y metodista, un comercio de la fé.  Estos predicadores son como empresarios religiosos.

La principal figura de la película es Elmer Gantry (Burt Lancaster), casi un vagabundo carismático pero tambien lujurioso. Un día se topa en una de esas grandes carpas donde los predicadores sermonean sus discursos a favor de la fe y cae magnetizado por la presencia de la hermana Sharon Falconer (Jean Simmons). Elmer se las arregla para con el tiempo convertirse en su compañero, aún  a pesar de los obstáculos que les crea un periodista no creyente (Arthur Kennedy). Cuando Gantry se encuentra en una situación comprometedora con una antigua amante, Lulu Bains (una seductora Shirley Jones), todo el mundo de Elmer se desmorona y el fuego apocalíptico se desata en su vida.



El corazón y alma de 'El fuego y la palabra' es incuestionablemente Burt Lancaster en una asombrosa y entusiasta intepretación, muy adecuado para el propio carácter actoral de Burt. De hecho ganó el Oscar al mejor actor. No solo se basa en la locuacidad de su personaje, esa labia que gana más y más adeptos soltando mentiras y diciendo lo que esos oídos ignorantes quieren oir. También Burt basa su actuación en su físico, gestos, en hacer brotar sus palabras a traves de su cuerpo y todo eso unido a su encanto y especial carisma. La sonrisa de Lancaster es convincente, cree en su papel al igual que Elmer Gantry. Durante su carrera, Burt Lancaster siempre arriesgó y buscaba en cada película hacer personajes siempre distintos. Por contra, la hermana Sharon Falconer es una figura totalmente diferente a Gantry. Ella es una verdadera creyente pero también reconoce el valor práctico que tiene lo que hace desde una perspectiva empresarial. Sabe que Gantry no es sincero, que en realidad no está ayudando a nadie pero la fama y la fortuna son demasiado seductores. Gantry y Falconer tiene distintos objetivos morales para hacer lo que hacen, uno por seducción, otra por creer en lo que hace.  La hipocresía de sus sermones es evidente y Richard Brooks explota ese aspecto mostrándolos como profundamente humanos y ocultando en Gantry a través de esa carismática sonrisa esa hipocresía y en Falconer ese convencimiento pleno en que está haciendo la obra del Señor.

Religión, fé, sermones, predicadores, creencias ... está claro que la religión en el cine siempre es un tema delicado. Ese mismo año, Stanley Kramer abordó otra película de temática religiosa como 'La herencia del viento' donde religión y evolución se veían enfrentadas. Las conclusiones que se pueden sacar son varias de este tipo de películas ¿Se usa la religión para aborregar a la gente? ¿Se lucra la religión con la propia religión? ¿La religión no debe ser una manera de encarar la vida? Películas como 'El fuego y la palabra' demuestran que se puede comerciar con la fé de las personas sin escrúpulo alguno.

Trailer de 'El fuego y la palabra'


1 comentario:

  1. Obra Maestra.
    Escalofriante cuando Elmer Gantry acorrala a Lefferts cuando le pregunta "¿cree usted en la divinidad de Jesucristo?". El mensaje es claro: en una sociedad de tendencias teocráticas es más grave ser ateo que ser un delincuente.

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