miércoles, 16 de agosto de 2017

'Spider-Man: Homecoming', la responsabilidad



'Spider-Man: Homecomig' (íd., Jon Watts, 2017) es el segundo reboot que se realiza sobre el trepamuros de Marvel. A priori casi todos pensamos que era excesivo comenzar por tercera vez las aventuras del hombre araña, pero lo cierto es que el film ofrece un inesperado lavado de cara del personaje después de la afrenta sufrida por los dos lamentables films de Marc Webb, aunque los mismos tuvieran una baza a tener en cuenta: la pareja protagonista formada por Andrew Garfield y Emma Stone. Afortunadamente, el presente trabajo, que integra ya a Spider-Man dentro del universo Marvel, depara alguna sorpresa dentro de su atrevida, y lógica, propuesta.

Cualquier aficionado a los cómics, y también muchos de los que no están inmersos en el llamado noveno arte, conocen los orígenes de los superhéroes más famosos y algunas de las anécdotas que les rodean. Sin ir más lejos, a mí siempre me impactó la muerte del tío Ben dentro de la biografía de Peter Parker, por producirse de forma totalmente irónica. Es su tío quien dice a Peter la ya archifamosa frase "tener un gran poder lleva consigo una gran responsabilidad, precisamente la que Parker, siendo su alter ego, no tiene cuando deja escapar a un ladrón porque "no es asunto suyo". La muerte de Ben marcará para siempre a nuestro héroe.




Y es curiosamente ese detalle sobre el que se adentra 'Spider-Man: Homecoming', en la que hay nada menos que seis guionistas acreditados, lo cual suele ser muchas veces un problema. Todas y cada una de las decisiones que toma Parker, en su otra identidad, son producto de la irresponsabilidad, del ímpetu adolescente. En ese aspecto el guion, en el que han metido mano los guionistas que ya han colaborado con Watts en sus dos films anteriores, es modélico. Las "hazañas" en las que se mete un recién llegado Spider-Man giran alrededor de la advertencia de Iron Man/Tony Stark de no hacerse notar. Si cualquier adolescente es probable que hiciese caso omiso de dicha advertencia, en el caso de un adolescente con superdpoderes, más aún. Y todo lo que le lleva a enfrentarse con el villano de la función —un excelente Michael Keaton en el papel de El buitre— es consecuencia directa de la citada irresponsabilidad.

Cuando la película se adentra en la acción, es lo mismo de siempre en una película Marvel: muñequitos por aquí, muñequitos por allá y a intentar asombrar al espectador con una muy dudosa interpretación de lo que es el espectáculo bien entendido. El clímax es, una vez más, buena prueba de ello. Sin embargo Watts se guarda, muy inteligentemente, algún as en la manga, convirtiendo, inesperadamente —o quizá sí— las escenas más íntimas, las menos espectaculares, en las mejores del relato. Mientras, que en el lado "comercial", nos ahorra el mostrar el origen de sus poderes —algo que, por otro lado, sirve para reservar por lo menos media hora de metraje a otros menesteres—, cuando se acerca a los verdaderos personajes, más allá de sus máscaras, Watts saca un enorme partido en el tempo interno, con un extraño manejo de la tensión, casi impropio del blockbuster actual.



Así, Watts parece regresar en determinada y crucial secuencia, a su estimable, y prácticamente ignorada, 'Coche policial' ('Cop Car', 2015), un claustrofóbico thriller, con aire de road movie, un enfrentamiento entre lo adulto y lo infantil, con Kevin Bacon como muy particular ogro —un policía—, que aquí se traduce en la imponente secuencia en el interior de un coche, en la que Toomes (Keaton), tras llegar a una lógica deducción, amenaza a nuestro héroe. Las cartas se ponen sobre la mesa en dicha secuencia, la más crucial de todas. Prácticamente un duelo de personajes, donde claramente Keaton sale vencedor a nivel interpretativo —sin verter la más mínima crítica hacia un Tom Holland absolutamente perfecto en su papel—; un momento catártico en el que el director no depende de fuegos artificiales, sino de los actores y la planificación. Parker, que lleva metiéndose en líos todo el film debido a su irresponsabilidad, es tratado/medido por el villano de la función al tratarle como a un adulto. Eso sí, tras descubrir su secretito, que al ritmo del film, en la supuesta secuela dejará de serlo.

Los paralelismos entre Spider-Man e Iron Man son de lo menos afortunado del film, semeja un intento de hacer una versión para adolescentes del hombre de hierro. Robert Downey, Jr. por supuesto está como pez en el agua, al fin y al cabo es el personaje que mayores alegrías ha dado al actor. Y se ha de recordar/subrayar hasta lo indecible que el trepamuros formará parte de los Vengadores, cuyas dos próximas películas prometen lo nunca visto (y van...). En cualquier caso, y a pesar de las repetición de esquemas en muchas de las películas del universo Marvel, 'Spider-Man: Homecoming' supone un soplo de aire fresco al gran juguete comercial.

Y eso de rejuvenecer a la tía May, haciendo que nada menos que Marisa Tomei le dé vida, es una extraña, fascinante y perversa jugada que descoloca sin compasión todos nuestros recuerdos sobre el hombre araña.


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