Si sangra, podemos matarlo
Tres años pasaron hasta que John McTiernan dirigió su segunda película tras la poca repercusión que tuvo ‘Nómadas’ (‘Nomads’, 1985) allá donde se estrenase si es que alguna vez lo hizo —en nuestro país salió directamente al mercado doméstico, lo que suele hacerse cuando no se cree en las posibilidades comerciales en salas de una película—. ‘Depredador’ (‘Predator’, 1987) fue un encargo que McTiernan supo aprovechar al máximo para hacerse un hueco en el cine y que su nombre no fuese el típico nombre de director intercambiable, de esos que tanto abundan en la industria hollywoodiense y más concretamente dentro del cine de acción o la comedia.
McTiernan tuvo la suerte de contar en su reparto con Arnold Schwarznegger, porque seamos sinceros, por muy mediocre actor que sea el protagonista de ‘Terminator’ —otra cosa es que sepa reírse de sí mismo como nadie, y que en ocasiones dé el tipo para ciertos papeles—, fue su presencia la que motivó un enorme éxito al segundo trabajo de McTiernan como realizador. Schwarznegger se encontraba en la cima de su carrera, venía de dar vida a Conan dos veces, de ser el cyborg más temido de los 80, de acompañar a una insufrible Red Sonja y de protagonizar las prescindibles ‘Commando’ (id, Mark L. Lester, 1985) y ‘Ejecutor’ (‘Raw Deal’, John Irvin, 1986), un intento de Schwarzie de hacer un thriller policíaco a la vieja usanza.
Como todos sabemos a estas alturas, el argumento de ‘Depredador’ es bastante sencillo y se resume en un comando enviado a Guatemala a una misión de rescate, pero una vez allí se encontrarán con algo peor que la propia guerra: alguien los está cazando uno a uno por simple y llana diversión, algo que parece que no es de este mundo. El guión fue escrito por Jim y John Thomas —¿se puede tener un nombre y apellido más comunes?—, y a simple vista parece una historieta más puesta al servicio de Schwarznegger. Afortunadamente, gracias a McTiernan la película se erige como un relato de aventuras apasionante con un crescendo dramático que pocos films de acción poseen, anotando que en ella no hay absolutamente nada original, salvo quizá el diseño del alien, obra del gran Stan Winston, quien se dejó aconsejar por el mismísimo James Cameron para diseñar las mandíbulas de la criatura.
Muchos han definido el argumento de ‘Depredador’ como un cruce entre ‘Rambo’ (‘Rambo: First Blood Part II’, George Pan Cosmatos, 1985) y ‘Alien’ (id, Ridley Scott, 1979), una definición nada errada a mi parecer y creo que no tiene nada de malo, pues McTiernan mezcla con sabiduría y buen hacer dos mundos tan alejados el uno del otro como los relatos de supersoldados y la ciencia ficción de terror. Un año antes nos había llegado ‘Aliens, el regreso’ (‘Aliens’, James Cameron, 1986) en la que el director de ‘Titanic’ había multiplicado por mil las posibilidades del relato de Ridley Scott. Pero lo que tal vez mucho nos sepan es que ‘Depredador’ tiene un argumento sospechosamente parecido al de ‘Llegaron sin avisar’ (‘Without Warning, Greydon Clark, 1980) en la que un extraterrestre venía a la tierra a practicar su deporte favorito: la caza, haciéndolo en una selva en la que se pierden un grupo de soldados. Más coincidencias: Kevin Peter Hall daba vida al extraterrestre, al igual que en el film de McTiernan.
A pesar de todas esas referencias —en el cine ya está todo dicho desde hace muchos más años de lo que algunos piensan— McTiernan se las apañó para sacar partido de la mejor de todas, la del clásico ‘El malvado Zaroff’ (‘The Most Dangerous Game’, Irvin Pichel y Ernest B. Shoedsack, 1932). La caza del hombre se convierte aquí en una historia de sci-fi apoyada en un magnífico trabajo de puesta en escena con un guión que potenciaba el elemento más interesante de la historia, aquél que le hace desmarcarse de los demás productos similares, y cómo no, superar a sus prescindibles secuelas incluida la de Nimrod Antal. Me refiero a que el hombre debe volver a su primitivismo para hacer frente al horror que sufre y poder vencerlo. En ese aspecto ‘Depredador’ es todo un ejemplo de coherencia narrativa.
Desde la primera secuencia queda muy claro que vamos a ver un relato de sci-fi. Algún crítico reseñó que si se suprimiera dicha secuencia la película ganaría puntos en suspense al no saber el espectador a lo que se enfrentan los soldados es un extraterrestre. Puede que no les falte razón, sin embargo, creo que el suspense funciona de igual manera por cuanto el alien es ocultado la mayor parte de su metraje hasta su enfrentamiento final cuerpo a cuerpo con Dutch (Schwarzenegger). Apreciamos una forma humana, armas avanzadas, y sin embargo nos desconcierta todo ese horror que el extraterrestre va dejando a su paso: cuerpos mutilados de forma impensable; y ese acoso sistemático al que somete al grupo de soldados hace volar nuestra imaginación, pues en nuestro subconsciente tal vez deseamos no ver a esa criatura que ya sabemos proviene del espacio exterior, de un lugar del que apenas sabemos nada.
McTiernan se revela como un realizador con un alto sentido de la planificación, algo que queda patente en las excelentes secuencias de acción —montadas por los editores de ‘Rambo’ y ‘Commando’, algo que no es casual— entre las que destaco toda la parte final, y todos los ataques del alien, en los que se maneja muy bien la tensión. No me fascina particularmente el ataque al poblado —delimitado narrativamente por la mirada subjetiva del depredador—, que curiosamente no fue filmado por McTiernan, sino por el director de segunda unidad Craig R. Baxley, que al año siguiente debutaría con la entretenida ‘Accion Jackson’ (id, 1988), precisamente con uno de los actores de la presente, Carl Weathers. En cualquier caso es casi fascinante la evolución que sigue el film que empieza como una más de hazañas bélicas, con impresionante despliegue armamentístico y termina como cruel relato de acción física pura y dura.
Las excelencias de ‘Depredador’, producto que no esconde sus influencias y se alza como producto con vida y universos propios, no volvieron a repetirse en las demás entregas de la saga. Mientras éstas pierden a cada nuevo visionado, el film de McTiernan aguanta estoicamente el inexorable paso del tiempo.
Curiosidades
Uno de los actores que forman el comando liderado por Schwarznegger es Shane Black —da vida a Hawkins, el que cuenta penosos chistes sexuales—, el guionista de la saga ‘Arma letal’ y futuro realizador de un título ya de culto, ‘Kiss Kiss Bang Bang’ —personalmente es una película que no me produce ni pizca de gracia—, y que en los descansos de rodaje se sentaba a escribir el libreto de ‘El último boy scout’ (‘The Last Boy Scout’, Tony Scott, 1991). Curiosamente ha sido el propio Black quien ha vuelto a la franquicia; este año nos llega 'The Predator', nueva secuela con un guion que ha reunido a Black con Fred Dekker, y el primero en la dirección. Por otro lado Jean-Claude Van Damme dio vida al depredador, pero sólo durante dos días de rodaje, el cual abandonó por ciertas inconformidades a la hora de filmar su personaje.
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