'Paisà' de Roberto Rossellini, es la segunda película de la llamada Trilogía Neorrealista, que el propio director inició con 'Roma, ciudad abierta' y culminó con 'Alemania, año cero'. Rossellini fue uno de los máximos representantes del Neorrealismo italiano, movimiento cinematográfico que a finales de los años 40 hizo auténtico furor en Italia, extendiéndose al resto del mundo. Con ecos del realismo poético francés —en concreto de directores como Jean Renoir—, Rossellini junto a Vittorio De Sica o Luchino Visconti, retrató una Italia arrasada por la Guerra, a través de las historias humanas de personajes normales y corrientes, gente de la calle.
Es por eso que 'Paisà' —que en nuestro país recibió el título de 'Camarada', traducción literal aunque pocas veces utilizada en la distribución de la película— está protagonizada por actores no profesionales, lo que le infiere una realidad aún más palpable. A pesar del riesgo que eso conlleva (Bresson también los utilizaba, pero eso es otra historia), el resultado es sencillamente antológico.
'Paisà' narra seis historias ambientadas en la última parte de la Segunda Guerra Mundial. Seis puñales directos al corazón del espectador, que tiene que hacer verdaderos milagros para aguantar la dureza de lo que está viendo. Rossellini filma las cosas tal y como son, con personajes de carne y hueso, a los que les infiere una verdad que se respira en cada fotograma, ayudado precisamente por la utilización de actores no profesionales, que lejos de las calculadas interpretaciones de actores ya experimentados, no son actores, son directamente los personajes. El mismo Rossellini se preocupó de entablar una estrecha relación con sus actores, e intentaba huir de los métodos tradicionales, en los que casi siempre había una especie de "enfrentamiento" entre director y actor. Por eso, el director de 'Paisà'filmaba teniendo en cuenta los verdaderos sentimientos y experiencias de sus actores, utilizando sólo a profesionales en casos muy concretos.
La película desarrolla sus seis fragmentos en orden cronológico, desde la invasión aliada en Europa, en julio de 1943, hasta el invierno de 1944. A pesar de que las seis historias no comparten personajes, esa progresión es totalmente lógica, al dotar al relato de un crescendo dramático que estalla justo al final de la película, cuando una voz en off (escuchada en diversos instantes del film) sentencia sin ningún tipo de alarde o efectismo que la guerra acababa. El efecto no puede ser más doloroso, pues después de asistir a historias tristes, desgarradas, nada esperanzadoras, en las que se hace hincapié en la lucha infructuosa del ser humano en tiempos de guerra, se nos demuestra —lo demuestra la Historia en sí— que todo por lo que pasan los personajes no era necesario, simplemente tenían que sentarse a esperar el fin de la guerra.
La historia de un soldado americano y una chica italiana, cuyas muertes sólo son entendidas por el espectador. La relación de un soldado negro americano con un pequeño ladronzuelo que no tiene a nadie en la vida, impresionante el final de este episodio cuando el soldado se da cuenta de que el niño es huérfano y unas simples botas que le ha robado, son su único medio de subsistencia, huye de allí despavorido abandonándolo a su suerte —entendería que el espectador parase de ver la película en ese punto por la extrema dureza de la misma—. Un hombre que se va con una prostituta a la que le cuenta su desesperada búsqueda de una mujer de la que se enamoró, sin darse cuenta de que dicha mujer es la puta con la que está. El viaje tortuoso de una enfermera americana en busca del hombre que ama, un partisano huido. El enfrentamiento de soldados partisanos al nazismo, episodio con el que termina 'Paisà', son las historias de la película.
Sin en todos ellos se acentúa la desgracia de una guerra y sus consecuencias, sin el más mínimo aliento de esperanza, el quinto episodio, que he querido citar aparte, posee cierto halo espiritual sin renunciar al realismo de los otros cinco relatos. En él, tres sacerdotes americanos, entre los que se encuentra un judío, llegan a un monasterio en el norte de los Apeninos. La diferencia de religión del judío llama la atención sobre los monjes —por cierto, reales— del monasterio, pero la ley de Dios es superior a la ley del hombre, y a través de la comprensión, el buen entendimiento y el respeto, reciben educadamente a sus visitantes. Da la sensación de que Rossellini quiere decirnos que lo único que puede salvarnos es nuestra fe en algo superior al hombre, y que el descanso o la paz sólo existe en un mundo aislado. La belleza visual de este episodio entronca con el sucio realismo de los demás, y en cierto modo supone un alivio para el espectador.
'Paisà' es una obra maestra cuyo visionado no deja indiferente, algunas de sus imágenes se quedan en nuestra retina para siempre, por estamparnos la verdad, ésa que a veces no queremos ver y de la que procuramos huir, porque es más cómoda la mentira, más fácil.
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