En algunos de los libros dedicados a la figura de Sam Peckinpah, a excepción de la maravilla escrita por Garner Simmons —lectura que recomiendo a todo cinéfilo— se suele hablar poco de una película como 'Junior Bonner' (id, 1972) tal vez porque en su momento tuvo una pobre recepción crítica, y tampoco fue un éxito de taquilla. Con el paso del tiempo —esa cosa que dicen pone todo en su sitio aunque no siempre sea así— la película ha ido ganando en apreciación sobre todo por parte del sector crítico, pero aún así creo que no se le ha hecho la justicia que merece. Parece como si no se le perdonara a su autor el salirse de los límites de todo aquello a lo que nos tenía acostumbrados, pero lo cierto es que hay mucho de Peckinpah en una película en la que, por primera vez en su carrera, no incidía en la violencia, al menos en una violencia física visual.
Sam Peckinpah se encontraba en Inglaterra montando 'Perros de paja' ('Straw Dogs, 1971) cuando recibió la oferta de dirigir 'Junior Bonner', basada en un guión de Jeb Rosebrook, y que según su productor, Joe Wizan, respondía exactamente a lo que tanto Peckinpah como Steve McQueen demandaban en ese momento de sus respectivas carreras. McQueen buscaba una película diferente y Peckinpah un film más tranquilo. 'Junior Bonner' es precisamente ambas cosas y también la película que algunos pensaban que Peckinpah no era capaz de hacer.
El argumento es prácticamente inexistente, y parte de un breve y sencilla premisa que viste las andanzas de un experimentado cowboy (JR. Bonner) de rodeo en su pueblo natal. Allí volverá a encontrarse con su desintegrada familia, un hermano que sólo piensa en hacerse rico, un padre perdedor siempre en busca de grandes oportunidades y perdiendo dinero en todos lados, y en medio una madre resignada a perder a los hombres de su vida. Bonner participará en el festival de rodeo de su pueblo en el que intentará hacer una última proeza por la que ser recordado.
El personaje de Bonner es el típico dentro del universo de Sam Peckinpah, un perdedor nato que sólo vive para hacer lo único que ama, montar, lo demás son meras experiencias externas a una forma de vida por la que lo daría todo. El rodeo ha marcado su existencia desde su nacimiento, pasión heredada de su padre ahora perdido en sueños de grandeza prácticamente imposibles de alcanzar. Bonner asiste en su propio lugar natal a la muerte de una época que no volverá, todo ello reflejado en la figura de su padre, cuya casa es destruida por el progreso, secuencia filmada por Peckinpah en ralenti que añade unas gotas de amargura que se extienden al resto del metraje.
Así pues, el director de 'Grupo salvaje' ('The Wild Bunch, 1969) evoca viejos y mejores tiempos, los del western, género que él manejó tan bien y sobre el que volvería al año siguiente con 'Pat Garret y Billy the Kid' en la que terminaría de plasmar todo lo propuesto aquí pero desde dentro del género propiamente dicho. Y es que 'Junior Bonner' parece una antecedente de dicho film, una especie de borrador del mismo, aunque por supuesto tiene vida propia al margen de ello. Peckinpah se muestra esta vez más melancólico y poético que en otras ocasiones. Lo que a ratos se veía en su magistral 'La balada de Cable Hogue' impregna aquí todo un relato en el que como siempre apenas hay lugar para la esperanza.
El mundo del rodeo que muestra Peckinpah, el cual llegaron a tildar de estar apartado de lo que de verdad era, no es más que una excusa para narrar la historia de unos personajes que aguantan los golpes de la vida tal como Bonner se enfrenta a los de su propio trabajo, los cuales probablemente duelen menos. Pero Junior Bonner es el único que permanece fiel a sus principios, mientras su hermano se adapta y su padre se pierde en recuerdos de gloria alimentados finalmente por un hijo no compasivo —que es lo que es el otro—, sino por un hijo que acepta y comprende la forma de ser de su padre, aquel que le dio la vida y su pasión.
'Junior Bonner' contó con un excelente reparto encabezado por Steve McQueenen el que es, sin duda alguna, uno de sus mejores trabajos interpretativos. Como anécdota cabe señalar que el actor era famoso por reescribir las frases de su personaje para que tuvieran más importancia en la trama; esto enfadaba a Peckinpah, famoso por llevarse mal con todo el mundo —llegaba a despedir a más de 20 personas por rodaje, incluida su propia hija—, pero tanto estrella como director querían terminar una película en la que creían firmemente y llegaron a llevarse bien. Ben Johnson, actor Fordiano por excelencia y ex-campeón mundial de rodeo, tiene un personaje más bien breve y quizá poco aprovechado, pero quienes brillan con luz propia son Robert Preston e Ida Lupino, que interpretan a los padres del personaje principal. Su conversación final y esa última noche juntos en fuera de campo forman parte de los muchos sensibles momentos que la película tiene y en los que Peckinpah hace gala de un contenido lirismo.
La película no fue bien recibida entre otras cosas porque muchos esperaban ver un film de Sam Peckinpah con Steve McQueen lleno de tiros y violencia. Ambos debieron pensar, ¿queréis hostias? Pues tomadlas, e hicieron 'La huida' ('The Getaway', 1972).
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