viernes, 29 de diciembre de 2017
Una bolsa de canicas - Es mejor soportar un golpe que morir porque se tiene miedo
Realizar películas dramáticas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial siempre ha sido un filón. Hay una cantidad enorme de historias y muchas de ellas están basadas en hechos reales. En particular el cine europeo ha sido más crítico que las producciones llegadas desde Estados Unidos. Distintos enfoques y un tipo de historias más personales. Concretamente en Francia se vivió durante la Segunda Guerra Mundial una situación insólita con la Francia de Vichy. Fue un régimen político instaurado por el mariscal Pétain y con una ideología fascista que simpatizaba con sus invasores alemanes. De hecho era un gobierno colaboracionistas con los nazis y que exaltaba un nacionalismo en función de la rivalidad francesa contra el Reino Unido y el judaísmo internacional. En este marco histórico se ambienta 'Una bolsa de canicas', que se enfoca en la huida desesperada de unos niños judíos de un París sometido por los nazis y con la necesidad de reunirse con su familia en el sur de Francia.
Dirigida por Christian Duguay (director de la interesantísima película 'Hitler: El reinado del mal' (2003)', adapta por segunda vez al cine el libro de Joseph Joffo publicado en 1973. La primera versión del libro fue en 1975. 'Una bolsa de canicas' comienza mostrándonos los cotidiano de una familia en París. Los niños van a la escuela y los padres regentan una barbería en la cual también trabajan sus otros dos hijos mayores. La complicidad de la polícía y milicia francesa con los nazis en su búsqueda de judíos provoca que los padres manden a sus hijos en un viaje hacia en el sur. Es cuando estos dos hermanos, Joseph y Maurice Joffo, se embarcan en una particular odisea hacia un territorio inexplorado y fuera también de un mundo adulto durante largos espacios de tiempo. En ese viaje se confrontan con el drama humano debido a su condición judía, de no fiarse de nadie, de aprender a defenderse y de ofrecer un punto de vista de un niño, en este caso Joseph, que se enfrenta a ciertas realidades que lo marcarán para el resto de su vida. En ese aspecto guarda similitudes con 'Juegos prohibidos' (1952) y especialmente 'Adiós, muchachos' (1987).
Pero más que ser un viaje repleto de dificultades, 'Una bolsa de canicas' es una película que simboliza la unidad familiar. Estos dos niños salen de París con una única recomendación de sus padres: jamás decir que son judíos. La película se abre además con un juego de canicas. Joseph nunca se irá sin su preciada canica azul la cual convierte en un talismán contra todo lo que le pueda pasar. Esa canica simboliza el bien del círculo familiar y esa bolsa de canicas es su familia dispersa y dividida por el conflicto. El vínculo familiar, en especial el paternal, es muy patente. Su padre, un estupendo Patrick Bruel, encarna a ese ser tan querido que los niños anhelan ver en todos sus reencuentros. Christian Duguay se compromete con la perspectiva de los niños, la cual va variando entre la guerra y las rupturas en una ola constante de emociones: El miedo, los sentimientos de abandono, ese amor fraternal, los esfuerzos, la lucha por sobrevivir...demasiado que asumir en cortos espacios de tiempo. A pesar de su narrativa convencional, Duguay encuentra en las interpretaciones de sus jóvenes actores el tono narrativo correcto para cada uno de los momentos. Es un viaje donde a esas emociones se une el contacto con diversos personajes que les ayudan con una solidaridad espontánea que sorprende a los propios niños. Y por otra parte están los nazis que los maltratan intentado averiguar si son o no judíos. En ese aspecto, Dugay no omite la crueldad de la Gestapo o el feroz antisemitismo de las milicias francesas del gobierno de Vichy.
'Una bolsa de canicas' transmite una historia atemporal. Los problemas de inmigración, racismo y opresión son temas que un espectador moderno asimila y comprende. Aún nos resulta increíble que todas esas situaciones pasasen y pasen ahora. Pero por otra parte es un tema que suele ser recurrente en películas de este tipo, con algunos clichés y aspectos emocionales consecuentes y en parte predecibles. Aunque las actuaciones de Batyste Fleurial y Dorian le Clech como Maurice y Jojo, ese viaje a lo desconocido y las interacciones con la gente que se encuentra en el camino le hacen ganar enteros a la película.
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