Dos grandes cosas nos desvelan: ser felices o ser desdichados.
'El Puente de Waterloo' se puede considerar sin duda como uno de los mejores melodramas románticos que ha dado Hollywood. Una historia desgarradora, desembocada en tragedia y con altas dosis de romance con una guerra como telón de fondo. Lo que comienza como una relación predecible en tiempos de guerra, se desarrolla posteriormente con gran sutileza y destreza, revelando un estudio psicológico de los personajes y cierta lucha de clases.
Basada en una obra de teatro del dramaturgo Robert E. Sherwood, autor entre otros guiones de 'Rebeca' y 'Los mejores años de nuestra vida', en 'El Puente de Waterloo' vemos como una joven bailarina conoce a un soldado en un puente de Londres durante un ataque aéreo en la Primera Guerra Mundial e inician una relación que la propia guerra separa, teniendo consecuencias funestas para esa relación. Anteriormente en 1931 James Whale, más conocido por ser el director de 'El doctor Frankenstein', llevó al cine una primera versión protagonizada por Mae Clarke y Douglass Montgomery. A diferencia de las películas más escandalosas de la época anterior al Código Hays, la adaptación que realiza Whale presenta la prostitución en un contexto más adulto. Myra debe elegir entre el hambre o pervertir su cuerpo y se odia a sí misma. Myra se convierte en víctima de los crueles códigos de conducta de la sociedad.
En la versión de 1940, Mervyn Leroy altera la historia para apaciguar a los censores pero manteniendo la esencia de la obra original. Muchos directores de aquellos años tenían que lidiar con el cerrado Código Hays, mostrando gran habilidad en muchos casos. Mervyn Leroy muestra a Myra como una "señorita de la noche" pero no se menciona abiertamente y juega más con la suposición del espectador. Mervyn Leroy tenía experiencia en el cine mudo y sabía cuando dejar que las imágenes contaran la historia sin diálogo. Su tacto es evidente en la maravillosa escena en el restaurante. Es el último baile de la noche. Myra y Roy están bailando "El vals de las velas" y mientras los músicos tocan, van apagando uno por uno las velas que iluminan la sala. Finalmente, música y silencio. Leroy demuestra que una mirada y un gesto pueden transmitir más significado que las frases habladas. Visualmente Leroy está magnífico. El beso bajo la lluvia parece una fotografía enmarcada, además del énfasis que pone el director en románticos primeros planos.
La elección del reparto no pudo ser más acertada. En 1939, 'Lo que el viento se llevó' había convertido a Vivien Leigh en una estrella de la noche a la mañana. David O. Selznick tenía derechos a los servicios de Leigh para una película más y ya estaba produciendo 'Rebeca', que estaba protagonizada por el entonces amante de Leigh, Laurence Olivier. Se pensó que ambos serían perfectos para la película. Pero Selznick decidió que el carácter de Leigh era demasiado fuerte para el tímido personaje de Mrs. de Winter. La siguiente película de Olivier fue 'Más fuerte que el orgullo' y se pensó de nuevo en Leigh en un papel que finalmente fue para Greer Garson. Leigh fue cedida a la MGM para protagonizar esta nueva adaptación de 'El Puente de Waterloo'. La británica demuestra su capacidad extraordinaria como actriz. Su transición de ingenua virgen hasta ser esa prostituta de endurecido corazón dan muestras de lo destacada que es su actuación. Vivien Leigh captura la fragilidad de Myra con gran resolución, sin excesos o grandes gestos. Su actuación es honesta, sutil y de intensa emoción. Curiosamente, 8 años después daría vida a 'Ana Karenina', un personaje con una tragedia similar pero al cual Leigh no supo sufrirlo ni sentirlo como la Myra de 'El Puente de Waterloo'.
Robert Taylor, una de las principales estrellas de la MGM, fue elegido para dar vida a Roy. Apenas dos años antes había coincidido con Leigh en la divertida 'Un yanqui en Oxford'. A pesar de que era una estrella más grande que Leigh en aquel momento, Taylor no tuvo problemas en compartir la cabeza de cartel con Vivien Leigh. Taylor era más conocido por su buena apariencia que por sus aptitudes de actor. A sus 29 años, Taylor estaba ansioso de dar ese paso adelante para dar vida a un personaje más complejo, más maduro, lejos de los jóvenes impetuosos que había interpretado en 'Margarita Gautier' y 'Tres camaradas'. Taylor aprovechó la oportunidad y resulta perfecto para el papel, ya que en ningún momento se duda de que esté absolutamente enamorado de Myra. La química entre ambos es inmediata y evidente. Hacen que ese amor a primera vista tan artificioso en apariencia sea natural y creible. Por otra parte, no es de extrañar que sean las actuaciones preferidas de Vivien Leigh y Robert Taylor. Hermosa, lacrimógena, romántica, trágica ...'El Puente de Waterloo' es una de esas películas clásicas especiales en el corazón de quien la ha visto.
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