lunes, 21 de octubre de 2019

'Rebeca', la sombra de un ser amado


'Anoche soñé que volvía a Manderley ...'. Con esta frase inolvidable comienza 'Rebeca' (1940) y de igual manera en el libro de Daphne Du Maurier. Una frase repleta de misterio que impone desde el principio la extrañez y confusión de sentimientos que se extenderán a lo largo de la película. Mientras la voz de Joan Fontaine nos describe la escena con ese sendero que serpenteaba y se retorcía, la cámara nos acompaña sigilosamente hacia la figura fantasmal de esa mansión, un caparazón abandonado sin susurros del pasado sobre la partitura mágica de Frank Waxman. Al final del camino, se descubre la belleza triunfante y majestuosa de Manderley. La luz engañosa te hacía ver la luz en las ventanas pero una nube tapaba la luna como una mano sombría. La fotografía de George Barnes le da un aura luminosa que se oscurece para retener solo lo gótico.  No podemos volver a Manderley pero podemos volver en sueños.  A unos extraños días que comenzaron en el sur de Francia.


De esta manera empieza 'Rebeca', una de las películas más queridas del cine clásico. Fue además la primera película estadounidense de Alfred Hitchcock, quien años antes ya quiso realizar la adaptación al cine de la novela de Daphne Du Maurier pero no pudo pagar los derechos. 'Rebeca' también marca el primer encuentro de la siempre difícil colaboración entre Alfred Hitchcock y David O. Selznick. Es muy recomendable ver el documental 'Hitchcock, Selznick y el fin de Hollywood' (1998) que nos muestra las tensiones que hubo entre director y productor. Sobre 'Rebeca', Alfred Hithcock no la consideró plenamente suya a pesar de ser una de las películas más populares de su filmografía. David O. Selznick, después del gran éxito de 'Lo que el viento se llevó' (1939), quiso imponer a Hitchcock sus puntos de vista en el tratamiento que debía recibir 'Rebeca', una práctica habitual entre los grandes productores del Hollywood clásico. A pesar de sus divergencias, consiguieron un resultado más que notable. La novela fue comprada por David O. Selznick por 50.000 dólares y se trajo a Alfred Hitchcock de Inglaterra para dirigirla. Una de las primeras dificultades vino por parte de Daphne Du Maurier. No le gustó nada como había llevado Alfred Hitchcock a la gran pantalla una de sus novelas: La posada de Jamaica (1939), la primera de las adaptaciones de Du Maurier que llevó al cine. Otra de ellas fue en 1963 con el relato de 'Los pájaros'. Para Alfred Hitchcock, las novelas eran solo un material básico en torno a las cual impondría su toque.

Alfred Hitchcock enmarca 'Rebeca' en el habitual patrón de tres actos que define muchas historias clásicas de Hollywood. La primera parte es una simple historia de amor. La historia comienza en Montecarlo, donde una chica (Joan Fontaine) se gana la vida como acompañante de un mujer rica. Mientras la mujer está enferma, la joven se encuentra con un caballero, Maxim De Winter (Laurence Olivier) y se enamoran perdidamente. Este principio es el tópico de un cuento de hadas romántico. Hitchcock relata este primer tramo con ternura y sentimiento. Quien sabe si quizás Hitchcock podría haber sido además un gran director de dramas románticos. El segundo acto abarca la relación incómoda de Joan Fontaine con Manderley y sus sirvientes, la "presencia" de Rebeca en cada rincón de la mansión y la revelación de la verdad de Maxim. Es el tramo más 'hitchcockiano' de 'Rebeca' donde el director británico usa ángulos de cámara y un enfoque más profundo para enfatizar la claustrofobia del personaje principal bordeando su histeria. Y el último acto es más de procedimiento policial y criminal que van desembocando hacia su final.

En su novela, Daphne Du Maurier incluye cuatro elementos esenciales de la novela gótica: Una chica inocente, un hombre trágico e introvertido, una mansión oscura y una mujer misteriosa. Alfred Hitchcock redondea esos cuatro elementos para que 'Rebeca' sea un melodrama gótico con misterio y sus dosis de romance. De hecho, Du Maurier dio su aprobación final al guión escrito a pesar de los cambios que hubo entre película y novela. El cambio más evidente es la muerte de Rebeca que se transforma en accidente debido a la censura bajo el Código Hays que no permitía que un asesino saliera indemne. El segundo cambio es que se aclara el final ambiguo de la novela. Manderley se incendia y Mrs. Danvers fallece en el incendio. Hay además un par de detalles muy interesantes. Al igual que en la novela original, el personaje interpretado por Joan Fontaine, que es la narradora del libro, no tiene nombre. Solo se la conoce como "la segunda señora de Winter", lo cual enfatiza su inferioridad respecto a Rebeca. Y por otra parte, Alfred Hitchcock, de manera muy inteligente y efectiva, no muestra ninguna imagen de Rebeca. Solo nos la muestra a través de otros personajes y la fuerte influencia que ejerce sobre ellos. Deja al espectador la tarea de construirse una imagen de ella.

La baza esencial de 'Rebeca' es cuando juega la carta de ser un melodrama oscuro y un tanto gótico que cautiva la película. Hitchcock enfoca a Joan Fontaine como una silueta frágil que se contrasta con el fondo gótico y una increíble profundidad de campo. Ella no es más que una niña impresionada y asustada por todo lo que ve. Se siente incómoda, vulnerable y frágil al igual que deslumbrada por el imponente pasado de Manderley. Gran parte de ese malestar se lo provoca Mrs. Danvers (Judith Anderson), que amedrenta con una presencia fascinante como si fuera el espíritu proyectado de Rebeca y cuya aura malvada se nota en todo momento, como la escena en la cual induce a Joan Fontaine al suicidio. Su presentación deslizándose ante la cámara, la inmovilidad casi pétrea de su rostro (Hitchcock le aconsejó que apenas parpadease y Selznick que no se arreglara las cejas) producen mucha inquietud. Puede considerarse sin duda que Mrs. Danvers es una de las mejores villanas del cine. Sus sentimientos por Rebeca son demasiado fuertes para ser una simple obsesión. Pero siendo una película realizada en 1940 no podía permitirse ser muy explícitos. Esa perversidad de Mrs. Danvers, queda reflejada de manera sugerente cuando guía la 'la segunda señora de Winter' hacia la cama de Rebeca y acaricia la lencería y el abrigo. Los movimientos tan sumamente medidos de Judith Anderson nos hacen sentir testigos de un acto sexual obsceno, casi como una necrofilia figurativa. Esa habitación es la parte pública de Rebeca y contrasta con la cabaña al lado del mar donde sacia su pasión más privada.

No solo las grandes cualidades de Alfred Hitchcock provocan que 'Rebeca' funcione de esa manera tan magnánima. El reparto está a la altura de la narración. La elección de "la segunda señora de Winter' no fue sencilla. En principio Selznick había pensando en Carole Lombard tratando de que hiciera pareja con Ronald Colman, quien rechazó ser el protagonista. Se consideran a actrices como Margaret Sullavan, Loretta Young, una jovencísima Anne Baxter, Vivien Leigh (a petición de su marido Laurence Olivier) y Olivia De Havilland, quien rechazó el papel cuando supo que su hermana Joan Fontaine pujaba por protagonizar la película. Joan Fontaine fue elegida después de unos primeros ensayos. Pero no convencía ni a Hithcock ni a Selznick. Al final Hitchcock accedió después de verla en 'Mujeres' (1939). Las cualidades de inocencia y vulnerabilidad de Joan Fontaine le sirvieron muy bien para este papel. Las secuencias más tensas de 'Rebeca' son aquellas en las que la paranoia y el miedo comienzan a atrapar a la "segunda señora de Winter' y es en esas escenas donde más brilla Joan Fontaine. Y no fue un rodaje fácil para Joan Fontaine. Olivier quería que Vivien Leigh hiciera del personaje principal y trató muy mal a Fontaine. Esto afectó a Fontaine y Alfred Hitchcock usó esa situación para decirle que todos en el rodaje la odiaban, lo cual la hacía sentir más tímida e inquieta, justo lo que Hitchcok quería de su actuación. Incluso en una escena, la del suicidio donde tiene que llorar, se tuvo que repetir muchas veces. Joan Fontaine le dijo a Hitchcock: "Como usted no me pegue es imposible que puede hacer esta escena". Y eso hizo Hitchcock. Y Fontaine lloró. A pesar de esas inconveniencia. Hitchcock sacaba mucho partido a Joan Fontaine en todos los planos.  De hecho, al año siguiente de 'Rebeca' y de nuevo con Alfred Hitchcock ganó el Oscar a la Mejor Actriz por 'Sospecha'.

Para Maxim De Winter, como comentaba, se pensó primero en Ronald Colman y después en William Powell y Laurence Olivier. La MGM no accedió a ceder a Powell y Olivier estaba dispuesto a trabajar cobrando menos dinero que Powell. De hecho, Alfred Hitchcock eligió a Olivier porque este una vez dijo que "despreciaba a Hollywood" y Hitchcock pensó que ese era el tono adecuado para el personaje. Olivier es un personaje un tanto extraño en 'Rebeca' como un caballero torturado y ambiguo, con una parte de ese Heathcliff que interpretó poco antes en 'Cumbres borrascosas' (1939) y esa parte trágica tan propia de Hamlet, personaje que protagonizó en 1949 y por el cual ganó el Oscar al Mejor Actor. El resto se complementa con una excepcional Judith Anderson como Mrs. Danvers, George Sanders como Jack Favell, primo de Rebeca y ex amante, Nigel Bruce, C.Aubrey Smith y Gladys Cooper.

'Rebeca' se puede considerar además como una obra de referencia en aquella década. Otto Preminger recogió en gran parte de 'Laura' (1944) la presencia no física de su personaje principal. Ingrid Bergman en 'Luz que agoniza' da vida a un personaje de similares características que el de Joan Fontaine. Y precisamente Joan Fontaine en 1943 daba vida a un personaje parecido en 'Alma rebelde' (1943): Jane Eyre y basada en la novela de Charlotte Brontë.  También sirvió para el propio Hitchcock en el desarrollo de personajes posteriores en 'Atormentada' (1949), 'Vértigo' (1958), 'Psicosis' (1960) y 'Marnie, la ladrona' (1966). Quizás con el paso de los años y habiendo rodado Hitchcock películas que le otorgaron el acertado calificativo de 'Maestro del Suspense', 'Rebeca' haya quedado como en un segundo escalón en su filmografía aún siendo la única película de Alfred Hitchcock que ha ganado el Oscar a la Mejor Película. A pesar de ello, sigue siendo una película que encandila desde su primer visionado y desde sus primeros minutos. Y todos quienes la hemos visto soñamos con volver a Manderley.

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