sábado, 16 de febrero de 2019

El Hundimiento - La caída de un símbolo


'El Hundimiento' ya puede considerarse uno de los mejores dramas bélicos de la historia, igualando e incluso superando el nivel de ciertas películas como 'Salvar al soldado Ryan', 'Sin novedad en el frente o 'Das Boot: El submarino. Aunque anteriormente se filmaron dos películas que relataban el mismo hecho, 'Hitler: Los últimos diez días' (1973) y la protagonizada por Anthony Hopkins en 1981, 'El bunker', ha tenido que pasar más de medio siglo, coincidiendo más o menos con el 60 Aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, para que por primera vez una producción alemana destaque a Hitler como figura central.


Bruno Ganz da vida al más grande desafío de su carrera y a uno de los personajes más odiados de la historia, Adolf Hitler. Desde el primer momento que aparece te da la sensación de ver en la pantalla al Führer, cada gesto, cada mirada, su manera de saludar, su postura algo encorvada, su temblor en la mano, sus ataques de histerismo, una credibilidad que asusta. Es indispensable escuchar a Bruno Ganz en versión original y notar el esfuerzo de Ganz en cada diálogo, de como da fuerza a cada palabra. Tampoco hay que desdeñar su increíble maquillaje y su acertado vestuario. Hubo cierta polémica por el hecho de retratar a Hitler de manera más humana. Aún así Bruno Ganz borda su interpretación y refleja de manera casi perfecta a un hombre hundido, desesperado, fanático, casi rozando la locura y enfatizando esos sentimientos humanos propios de alguien en su situación. A pesar de las atrocidades que ordenó cometer, resultaría equivocado solo tratarle como un demonio sin corazón. Hacia el final de la película, vemos que Hitler ya no está al mando de nada, ni del país que intentó llevar a la gloria, ni de su propia mente.
No sólo Bruno Ganz realiza una excelente interpretación ya que uno de los motivos por los cuales la película funciona a la perfección son sus actores. Ninguno en sus pequeños o grandes papeles decepcionan y hacen un retrato muy serio y creíble de sus respectivos personajes. El argumento, más que girar entorno a la figura de Adolf Hitler, lo hace alrededor de su secretaria privada Traudl Junge (Alexandra Maria Lara), sobre la cual se basa 'El Hundimiento'. Sus memorias sirven para mostrarnos los últimos y angustiosos días de quienes se ocultaban en el bunker de la Cancillería. Es difícil destacar a alguien más que a Bruno Ganz en sus actuaciones ya que están a un nivel excelente. Aunque sorprende y angustia el papel de la esposa del Ministro de Propaganda Goebbels, Magda (Corinna Harfouch) dada su frialdad al tomar una decisión muy escabrosa en una escena difícil de mirar, una clase de devoción ciega a una persona, a una idea que estaba a punto de extinguirse junto con el histrionismo del propio Goebbels (Ulrich Matthes), esa sumisión acérrima a cualquier orden y decisión de su Führer. Cuando más se acercan los rusos, vamos viendo los destinos que sufren cada uno de ellos y llegando a los créditos finales, vemos lo que les pasó a los que salieron del bunker, de esa manera nunca pierde su enfoque principal y nos permite absorber la terrible tragedia humana en vez de llenarnos de excesiva información.

Uno de los motivos que puede despistar al espectador es tal vez el baile de nombres que se suceden y quien no tenga ciertas nociones de lo que allí aconteció puede verse un poco perdido. Goebbels, Goering, Keitel, Jodl, Himmler.... funestos personajes de menor relevancia que Hitler pero no exentos del mismo fanatismo y atrocidades y que no pueden ser excluidos de todo lo que pasó. No se profundiza demasiado en ellos, a excepción de la familia Goebbels. El director Oliver Hirschbiegel, que ya demostró su talante con la excelente película 'El experimento', muestra la atrocidad de la batalla de Berlín con realismo y crudeza, desde los hospitales, donde la gente sufría las amputaciones y los bombardeos, hasta la lucha encarnizada en las calles donde jóvenes, niños y niñas, defendían una posición con un fanatismo inexplicable y como ahorcaban a sus propios conciudadanos. Su ambientación es excelente (curiosamente rodada en San Petersburgo, antigua Leningrado). Como en 'Stalingrado' y 'El pianista', vemos una réplica realista de una ciudad devastada por las bombas con explosiones. Oliver Hirschbiegel muestra 'El Hundimiento' sin  ningún partidismo relatando los hechos tal y como acontecieron con datos históricos muy extensos y exactos de los acontecimientos que ocurrieron en los días previos a la caída de Berlín. El cine hecho sobre el dictador a menudo decepciona por que los directores suelen ser muy cautelosos con esa materia pero Hirschbiegel da un paso adelante contando su historia con rotundidad, sin aderezos y rumores que desprestigien o avalen ciertos aspectos personales de Hitler (como su supuesta homosexualidad o su posible fuga del bunker)
La exactitud de los datos históricos es crítica porque esa adhesión a la verdad impide que la película se reduzca a un simple chismorreo sobre la muerte de Hitler. Poco a poco la trama va adquiriendo su punto culminante en el final  triste (muchos dirán que merecido) de una serie de personas que ambicionaban con dominar primero Europa y después el mundo, causando el sufrimiento a miles de personas inocentes. Después de tanto tiempo desde la muerte de Hitler, con casi todos sus confidentes, oficiales, generales, etc. en la tumba, la figura del Führer, que prometió un Reich de mil años y posiblemente el hombre más malévolo e importante del siglo XX, aún sigue fascinado a los estudiantes de historia y a mucha gente en general. Su nominación al Oscar a Mejor Película Extranjera estuvo más que justificada aunque Bruno Ganz debió estar nominado a Mejor Actor. Lejos de inclinaciones políticas, odios, de verdades absolutas sobre lo que pasó, es conmovedor y triste ver las desgracias que sufrió la gente por culpa de una idea, de un odio, de una ambición, de ver como el carisma endiosizado por muchos de Hitler era seguido hasta extremos insospechados, de como su orgullo, su honor y su prepotencia estaba por encima de su pueblo, de su gente, de esa Alemania que quisieron hacer tan poderosa a costa de 50 millones de muertos.

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