miércoles, 17 de enero de 2018

Steven Spielberg: 'El diablo sobre ruedas', el golpe de suerte



Suele creerse erróneamente, ergo también suele decirse, que 'El diablo sobre ruedas' ('Duel', 1971) es la ópera prima de su director. Suele ser así porque su estreno en salas comerciales en el continente europeo a principios de los setenta ha dado lugar a la confusión. Spielberg no se estrenaría en pantalla grande hasta tres años después, con 'Loca evasión' ('The Sugarland Express'), su verdadero debut cinematográfico. Cuenta el director en una de sus entrevistas que él no quería hacer televisión, su ambición era dar el salto directamente al cine, pero las cosas no eran tan fáciles, así que con una dosis de humildad —palabras del propio director— y mucha mucha ilusión, algo que no debe perderse nunca, se inició en la pequeña pantalla, en la que se hizo cargo de episodios de series de televisión, tales como 'Night Gallery' (1969-1973), donde dirigió a la mismísima Joan Crawford, o 'Colombo' (1971-2003).




Precisamente el mismo año que dirigió a Peter Falk en su personaje más recordado por generaciones y generaciones llegó a manos del futuro Rey Midas el relato de Richard Matheson 'Duel', que enseguida llamó la atención del director después de que su secretaria se lo diera a leer tras su publicación en Playboy. Spielberg era un confeso admirador del escritor, a quien seguía desde los tiempos de 'La dimensión desconocida' ('The Twilight Zone', 1959-1963), para muchos la mejor serie de televisión jamás producida. Así pues Spielberg y Matheson se pusieron mano con mano a la obra. Los planes de la productora, la Universal, eran bien claros, el telefilm tenía que estar listo para su emisión en noviembre de aquel mismo 1971. En España, y a pesar de que el film tuvo estreno cinematográfico en el continente europeo, tuvimos que esperar hasta un histórico febrero de 1983 nada menos.

'El diablo sobre ruedas' es la historia de una persecución, un juego de gato y ratón, o como el propio director la definió una vez "una versión motorizada" de 'Sólo ante el peligro' ('High Noon', Fred Zinnemann, 1952)". Ambas definiciones son válidas, todas sirven para encerrar en una de esas dichosas etiquetas un film que es, entre otras muchas cosas, un ejercicio de estilo de un joven director ansioso por demostrar lo que valía. Un ejercicio de suspense que habría encantado al mismísimo Alfred Hitchcock, y partiendo de una premisa muy breve: un camión persigue un coche. Así de sencillo. El film puede verse también como un anticipo, en cierto modo, de lo que hizo cuatro años más tarde en la enormemente popular 'Tiburón' ('Jaws').



Para los que durante mucho tiempo hemos deseado que Spielberg hiciese un western, 'El diablo sobre ruedas' es lo más parecido al género que ha hecho al lado de determinadas secuencias en dos de las entregas de Indiana Jones, concretamente la primera y la tercera. Una cacería en un ambiente cuasi desértico, con únicamente dos personajes, recayendo el peso dramático del film en un Dennis Weaver totalmente entregado —en un papel que en principio, y antes de que el proyecto decidiese hacerse para televisión, era para Gregory Peck— y que transmite a la perfección la angustia de estar siendo acosado por un enemigo pra´prácticamente invisible y sobre el que no conoce absolutamente nada, salvo que conduce un camión. He ahí uno de los aciertos del libreto de Matheson: jamás vemos la cara del conductor del camión. El miedo a lo desconocido es uno de los grandes temas de Matheson en sus relatos; aquí eso sirve a Spielberg para lucirse con la planificación, mostrando únicamente al camión, sobre todo la parte delantera, en la cual además se pueden apreciar diferentes matrículas —semejando muescas en un revólver— de distintos estados, sugiriendo víctimas pasadas, otros conductores solitarios, o no, que se encontraron con un camión que parece la materialización del MAL, en mayúsculas, una especie de monstruo que parece invencible y cuya destrucción final se filma con el uso de un sonido horrible que semeja la agonía final del monstruo, sonido que por cierto se utilizaría posteriormente en multitud de ocasiones.

47 años después de su realización, que se dice pronto, sigue deslumbrando la forma en la que Spielberg dosifica el terror y/o suspense, tomando como referencia la mayor de todas: Alfred Hitchcock, pero acercándose más a lo que el maestro del suspense consiguió en 'Psicosis' ('Psycho', 1960) que en otras muestras en las que rezaba una de sus máximas: "el suspense se produce cuando el espectador conoce algo que el personaje desconoce". De esta forma nunca llegamos a saber más de lo que sabe David Mann (Weaver) en su peligroso periplo, llegando a servirnos momentos tan brillantes como toda la paranoia en la cafetería en la que Mann intenta saber quién le acosa sólo porque cree reconocer las botas que calza el misterioso conductor. Gracias a la cuidada planificación de Spielberg sólo vemos unas botas, en otra ocasión un brazo saliendo de la ventanilla de la cabina, y muy de lejos un rostro difuminado. Nada más. Y al respecto de las motivaciones, mucho menos, no sabemos si es la historia de una venganza, o sencillamente el mal campando a sus anchas por el mundo. Otro de los grandes aciertos del film, la interpretación queda a la imaginación de un espectador siempre en jaque, sin suficientes pistas, en una época además en la que la poca, o nula, información sobre una amenaza inminente, ya sea en forma de monstruo, psychokiller o alien, lograba crear un mayor temor que la evidencia. Es muy probable que si hoy día se hiciese un remake de esta película sabríamos hasta el DNI del conductor del camión.

Como declaró el propio Spielberg, 'El diablo sobre ruedas' es una película que actualmente no podría hacerse, entre otras cosas porque tardó únicamente en rodarse 13 días, pero sobre todo porque el espectador contemporáneo no está preparado para una narrativa como la que luce el film, algo que puede aplicarse también a 'Tiburón' ('Jaws'). ¿Cuántos espectadores modernos aguantarían más de una hora sin ver al tiburón?



En cualquier caso eran otros tiempos, aún faltaban unos añitos para que el propio director, al lado de un tal George Lucas, cambiase por completo la forma de hacer y consumir cine. Al margen de esto, en este trabajo ya se encuentran dos de los elementos más característicos del cine de su autor. Por un lado, la familia desestructurada. Aquí solo hay un detalle, una llamada de teléfono de Mann —por cierto, un apellido con claro significado alegórico— a su esposa, con la que se disculpa por algo sucedido la pasada noche. Matheson en un principio quería incluir a ambos personajes, marido y mujer, durante toda la aventura, pero alguien le convenció de lo contrario. La sensación de soledad y sobre todo impotencia, es mayor. Por otro lado, los espejos, los reflejos, y que Spielberg ha utilizado en toda su filmografía, para fragmentar visualmente sus relatos, en algunos casos para marcar una distancia emocional, o como en este caso, la tensión.

'Duel' adapta el último relato corto que escribió Richard Matheson. Su último ser humano normal y corriente enfrentado a un peligro mucho mayor, a algo que le sobrepasa. La idea le surgió el día del asesinato de John F. Kennedy, cuando yendo por una carretera en el coche de un amigo, un camión se les pegó hasta el punto de que tuvieron que salirse del trayecto de forma precipitada, llevándose un buen susto. Durante el rodaje, muchos se acercaron al escritor para decirle que algunas de las situaciones narradas en el film —por ejemplo, el conductor dando paso al coche cuando otro viene de frente— les ocurrieron tal cual. Un Matheson pues profético en cierto modo, y que funciona también como retrato de una sociedad marcada profundamente por una guerra que perderían, y que pronto descubrirían sus propias vergüenzas en un escándalo político de considerables proporciones. Lo que está claro es que Spielberg consiguió lo mismo que Hitchcock en 'Los pájaros' ('The Birds', 1963); si aquélla logró que no volviésemos a morar a los pájaros de la misma forma, aquí ocurre lo mismo con los viejos camiones solitarios. Cuando uno va conduciendo por una carretera y al mirar por el espejo retrovisor ve un camión, se piensa irremediablemente en esta película. El innegable poder del cine; y la televisión.

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