miércoles, 4 de septiembre de 2019

'Espejismo', perverso juego sobre los recuerdos


'Espejismo' ('Mirage', 1965) es una película realmente curiosa en la filmografía de Edward Dmytryk. El que había dirigido films tan estimables como 'Venganza' ('Cornered', 1946) —señalada en ocasiones como su mejor trabajo—, 'Encrucijada de odios' ('Crossfire', 1947) —clásico del Film Noir, y conocida en algunos lugares como "la películas de los tres Robert"— o 'Lanza rota' ('Broken Lance', 1954) se atrevió a mediados de la década de los sesenta con una película de suspense que se encuentra entre sus trabajos menos recordados injustamente. El film, que ganó la Concha de Oro del Festival de San Sebastián en 1965 —premio del que Dmytryk no se enteró hasta que fue presidente del jurado años más tarde, anécdota donde las haya— navega a la sombra del estilo de Alfred Hitchcock, en aquellos años uno de los directores con más éxito.


Además del mago del suspense 'Espejismo' bebe de otra cinta hitchcockiana, 'Charada' ('Charade', Stanley Donen, 1963) —para el que firma una de las obras maestras de su autor— y que en cierto modo sirve de puente con la misma hacia otro film de similares características, 'Arabesco' ('Arabesque', Stanley Donen, 1966), también protagonizada por Gregory Peck. Dmytryk adapta un guión de Peter Stone —guionista de 'Charada'— que traslada una novela de Howard Fast, de quien ya se habían adaptado sendas novelas en 'Espartaco' ('Spartacus', Stanley Kubrick, 1960) y 'El gran combate' ('Cheyenne Autuum', John Ford, 1964), film muy diferentes al que nos ocupa, un muy entretenido relato de misterio que mantiene al espectador atento en todo momento intentando comprender qué le ha pasado al sufridor protagonista.
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La película da comienzo con una imagen muy sugerente tras sus títulos de crédito. La vista en el horizonte de un New York nocturno y uno de sus grandes edificios queda completamente a oscuras, señal inequívoca de lo que serás las próximas horas en la vida de David Stillwell (Peck), quien de repente no recuerda nada de lo sucedido en los dos últimos años, un extraño tipo de amnesia que no convence ni al experto médico que visita. Pronto empezará a ser perseguido por gente debido a algo que guarda y él ni siquiera sabe lo que es. La sempiterna trama sobre un personaje que no tiene memoria, y que poco a poco irá desvelando un plan menos siniestro de lo que parece, con mensaje incluido, pero de una tensión mayúscula y un manejo del misterio realmente juguetón. 'Espejismo' es una película que juega con el espectador de forma muy sana y con apenas trampas, algo realmente difícil.
De narración clara y concisa, jugando sobre todo con la iluminación, obra y gracia del gran Joseph MacDonald, de quien hablamos recientemente en 'Cielo amarillo' (Yellow Sky', William A. Wellman, 1948), planea de forma muy equitativa por las paranoias sobre conspiraciones, sobre los problemas de identidad, y cómo no, sobre el amor. Al respecto cabe citar la relación de Stillwell con la misteriosa Sheila —Dmytryk quería a Tippi Hedren para este personaje pero la actriz tenía un contrato exclusivo con Hitchcock y al final tuvo que elegir a Diane Baker, actriz que también había aparecido en un film del director inglés, 'Marnie, la ladrona'('Marnie', 1964)—, que entre sorpresa y sorpresa, entre enfrentamiento y enfrentamiento con gente que quiere matar a Stillwell, será como si se conociesen por primera vez e iniciarán una historia de amor basada en el olvido de uno de ellos. Por otro lado la película no se niega a ciertos elementos de comedia, pocos, que encuentran en Walter Matthau —otra conexión con 'Charada'— su mayor aportación.
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Uno de los aciertos de 'Espejismo' en su trama de misterio es el saber mezclar con ingenio recuerdos de hace tiempo con vivencias recientes y confundirlas en la mente del personaje central, y de paso al espectador. Sólo cuando asistimos al desenlace, en el que descubrimos al villano de la función —alguien llamado "El Mayor", interesado sólo en proyectos militares que le aporten grandes beneficios—, todo empieza a cuadrar y nuestra mente recuerda al instante los momentos cruciales del relato en los que la confusión es la estrella, y todo se esclarece. Dmytryk no renuncia además a cortos flashbacks, geniales no por lo que muestran, sino por lo que quieren decir al respecto de los problemas de memoria de Stillwell, una decisión de lo más arriesgada pero solventada gracias a un labor de montaje ejemplar a cargo de Ted J. Kent —veterano montador que trabajó a las órdenes de directores como James Whale—, que logra una fluidez narrativa insospechada.
No faltan en 'Espejismo' apuntes sugerentes al miedo de la Guerra Fría, pero sin trascender su relato más allá de lo que es, un juego puro y duro, y también muy divertido, con el espectador. Tampoco sobra el mensaje de claras connotaciones pacifistas, muy bien introducido y que no peca de subrayados, amén de proporcionar detalles de lo más inquietante cuando Stillwell no recuerda nada.
En papeles secundarios destacan George Kennedy —'Charada' again—, Leif Erickson en el personaje del villano, y Kevin McCarthy como supuesto mejor amigo del protagonista. Gregory Peck vestido con un más que excelente elenco de intérpretes y un argumento para esta magnífica película que entiende el suspense como un juego casi diabólico.

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